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Ainhoa se cae todo el tiempo. Cuando corre se cae, cuando baila se cae, si coge algo, a menudo, se le cae. Todos piensan que es un poco torpe, ¡incluso ella piensa que es patosa! Cuando la doctora le dice que tiene los músculos débiles, Ainhoa siente un gran alivio: ¡no es torpe! Lo que le pasa es que necesita una silla de ruedas. Sin embargo, la actitud de sus padres cambia desde que lo saben y nunca la regañan como a sus dos hermanos, da igual la travesura que haga. Ella quiere ser como el resto y no ve que haya ninguna diferencia. ¿Conseguirá que la traten como a los demás?