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Gracia Sánchez de Cascante está a punto de casarse con Martín Ximénez de Aibar, descendiente del asesino de su abuelo. Su matrimonio fue concertado cuando ella era todavía muy niña por el gobernador de Navarra, Beaumarchais, con el propósito de sellar la paz entre los Almoravid y los Cascante, las dos familias que se enfrentaron durante la Guerra de la Navarrería de 1276. Mientras Gracia trata de evitar por todos los medios los esponsales, muere Jeanne I de Navarra, y el reino se rebela contra su esposo Philippe IV de Francia, empeñado en seguir ejerciendo el poder a través de gobernadores. Quienes encabezan la rebelión y reclaman la presencia en Pamplona del heredero, Louis, son precisamente Martín Ximénez de Aibar y su abuelo Fortún Almoravid. Pero hay que tener cuidado con lo que se desea. Philippe envía por fin a Louis para que sea coronado rey de Navarra y, de paso, le ayude en su empeño de acabar con los templarios. Además, el comportamiento caprichoso y despótico de Louis pondrá a prueba el endeble vínculo afectivo entre Gracia y Martín.